El nuevo Gobierno de EEUU perseguirá una política activa en América Latina con el fin de abrir una “nueva página” en su relación con la región, pero los expertos creen que aunque habrá cambios y reajustes, no serán radicales.
El propio presidente electo, Barack Obama, marcó el lunes 12 el rumbo de su futura política continental al prometer que abrirá “una nueva página, un nuevo capítulo” en las relaciones con la región. Lo hizo junto al presidente mexicano, Felipe Calderón, el primer mandatario extranjero con el que se reunió tras ganar las elecciones de noviembre, lo que fue interpretado como una primera y positiva señal por parte de EEUU hacia su vecino y a la región.
Hillary Clinton, la persona que, como secretaria de Estado, se encargará de definir la política de EEUU hacia América Latina, prometió durante su audiencia de confirmación en el Senado forjar unos lazos diplomáticos “dinámicos” con la región, a la búsqueda de un mejor entendimiento y una mayor relación. Aseguró que hay oportunidades para “reforzar la cooperación” en todo el hemisferio y trabajar en objetivos comunes en materia económica, de seguridad y ambiental.
Lo que señalan el propio presidente electo y Clinton es que impulsarán una “política con más atención a la región”, dijo a EFE Peter DeShazo, director del programa de las Américas del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y ex subsecretario de Estado Adjunto para América Latina. “Es de esperar que la imagen de EEUU en América Latina mejore con el cambio”, señaló este experto.
Los expertos creen, en términos generales, que no va a haber grandes cambios en la política exterior de EEUU en América Latina, pues consideran que se centrará, como tradicionalmente lo ha hecho, en aspectos que siempre han figurado en su agenda con la región.
Michael Shifter, analista del Diálogo Interamericano cree, no obstante, que es “difícil imaginar que Obama vaya a conceder a Latinoamérica más prioridad que la que le ha dado la administración Bush. Este Gobierno va a estar tan ocupado y distraído por otros temas, no solamente en política exterior, sino ahora también en el propio país”.
Pero, de todas formas, Shifter piensa que Obama provocará un cambio en la política de EEUU hacia Latinoamérica, aunque sólo sea por impulsar una nueva actitud. Washington, EFE
lunes, 19 de enero de 2009
lunes, 5 de enero de 2009
La tesis de 36 naciones indígenas carece de una base académica
“Un mapeo completo de las etnias de Bolivia, en todas las regiones, no se ha hecho recientemente”.
La afirmación de la existencia de 36 naciones indígenas en el territorio boliviano no tiene una base académica que la sustente, según revelan dos antropólogos y el propio Gobierno a través del Viceministerio de Tierras.
La oficina de Comunicación de la Unidad de Tierras Comunitarias de Origen (TCO) del Viceministerio de Tierras respondió por escrito a un cuestionario de La Razón sobre el tema, indicando que la existencia de los 36 pueblos indígenas se basa “en un documento oficial editado por el ex Ministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios (MAIPO) y el Instituto Nacional de Estadística (INE) editado en base al censo Nacional de Población y Vivienda en el año 2001”.
Sin embargo, el mismo documento sostiene que “figuran 33 pueblos indígenas originarios en el país”, pero que “no se ha tomado en cuenta que entre los pueblos aymara–quechua existen otros pueblos que se autodefinen como naciones dentro del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyo (Conamaq), estos son: Pakajaqis, Karangas, Suras, Killakas, Chichas, Charkas, Qhara qharas, Chuis, Larekajas, Kallawayas, Qullas, Urus, Lupi jaqis, Yamparas, entre otros”.
Por otro lado, en la página del INE en internet se puede ver que dos de los indicadores para la consulta del Censo del 2001 fueron la “autoidentificación con pueblos originarios o indígenas” y la lengua que la gente habla según sexo, edad y región.
En el primer caso, se registraron los pueblos “quechua”, “aymara”, “guaraní”, “chiquitano”, “mojeño”, “otro nativo” y “ninguno”. De las lenguas están quechua, aymara, español, guaraní y extranjero. No se identifican otras etnias ni dialectos.
Además, dos antropólogos coinciden en que la introducción de las 36 naciones indígenas en el proyecto constitucional fue más una decisión política, que una iniciativa con base académica.
El antropólogo Wigberto Rivero, ex titular del MAIPO en la gestión de Hugo Banzer, considera que el Gobierno sostiene la existencia de las 36 naciones indígenas en un estudio que él desarrollo personalmente en 1990.
Entonces, Rivero identificó 36 “identidades étnicas” en el país, pero cree que dos de éstas podrían estar fuera del territorio, ya que “son grupos migrantes que viven en la frontera norte con el Perú”. Además, aseguró que no se volvió a elaborar un estudio para verificar si las 36 etnias siguen existiendo. “Las identidades étnicas tienden a reducirse”, precisó. “Han pasado casi 20 años desde que hicimos el trabajo. Quién sabe cómo habrá cambiado la situación Por ejemplo, están los tacana, que con mucho trabajo han recuperado su lengua y tradiciones. Pero otros, como los pucahuara, seguramente se han reducido o han terminado de ser asimilados”.
La carencia de investigaciones actualizadas sobre la población indígena fue confirmada, tanto por el antropólogo del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), Milton Eizaguirre, como por el propio Viceministerio de Tierras. “Hay estudios antropológicos al respecto, sin embargo, no están plasmados en textos oficiales del país. Los medios de prensa incluso publicaron estos temas, pero sin criterios profundos”, se lee en el documento de la cartera gubernamental.
“Se han hecho estudios, pero la mayoría están dirigidos a un determinado pueblo o una zona del país. Un mapeo completo de las etnias de Bolivia, en todas sus regiones no se ha hecho recientemente”, asegura Eizaguirre.
El académico indica que los expertos no están totalmente de acuerdo con el número de identidades étnicas. “Xavier Albó identificó más de 70, mientras que otros consideran que son menos de 30. Mucho depende del concepto de qué es nación, pueblo o etnia indígena que se utilice para el estudio”, advierte.
Como ejemplo de esta discrepancia, Eizaguirre menciona el caso de los aymaras.
“La gente tiende a hablar de los aymaras como un todo, pero se olvidan que históricamente existieron 12 reinos aymaras que pelearon entre sí y desarrollaron su cultura de forma distinta. Pueden hablar la misma lengua, pero sus visiones, cultura y entendimientos son diferentes, aunque sea en pequeños grados”, indica.
Lo mismo ocurre con los quechuas, el pueblo indígena más numeroso del país.
La afirmación de la existencia de 36 naciones indígenas en el territorio boliviano no tiene una base académica que la sustente, según revelan dos antropólogos y el propio Gobierno a través del Viceministerio de Tierras.
La oficina de Comunicación de la Unidad de Tierras Comunitarias de Origen (TCO) del Viceministerio de Tierras respondió por escrito a un cuestionario de La Razón sobre el tema, indicando que la existencia de los 36 pueblos indígenas se basa “en un documento oficial editado por el ex Ministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios (MAIPO) y el Instituto Nacional de Estadística (INE) editado en base al censo Nacional de Población y Vivienda en el año 2001”.
Sin embargo, el mismo documento sostiene que “figuran 33 pueblos indígenas originarios en el país”, pero que “no se ha tomado en cuenta que entre los pueblos aymara–quechua existen otros pueblos que se autodefinen como naciones dentro del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyo (Conamaq), estos son: Pakajaqis, Karangas, Suras, Killakas, Chichas, Charkas, Qhara qharas, Chuis, Larekajas, Kallawayas, Qullas, Urus, Lupi jaqis, Yamparas, entre otros”.
Por otro lado, en la página del INE en internet se puede ver que dos de los indicadores para la consulta del Censo del 2001 fueron la “autoidentificación con pueblos originarios o indígenas” y la lengua que la gente habla según sexo, edad y región.
En el primer caso, se registraron los pueblos “quechua”, “aymara”, “guaraní”, “chiquitano”, “mojeño”, “otro nativo” y “ninguno”. De las lenguas están quechua, aymara, español, guaraní y extranjero. No se identifican otras etnias ni dialectos.
Además, dos antropólogos coinciden en que la introducción de las 36 naciones indígenas en el proyecto constitucional fue más una decisión política, que una iniciativa con base académica.
El antropólogo Wigberto Rivero, ex titular del MAIPO en la gestión de Hugo Banzer, considera que el Gobierno sostiene la existencia de las 36 naciones indígenas en un estudio que él desarrollo personalmente en 1990.
Entonces, Rivero identificó 36 “identidades étnicas” en el país, pero cree que dos de éstas podrían estar fuera del territorio, ya que “son grupos migrantes que viven en la frontera norte con el Perú”. Además, aseguró que no se volvió a elaborar un estudio para verificar si las 36 etnias siguen existiendo. “Las identidades étnicas tienden a reducirse”, precisó. “Han pasado casi 20 años desde que hicimos el trabajo. Quién sabe cómo habrá cambiado la situación Por ejemplo, están los tacana, que con mucho trabajo han recuperado su lengua y tradiciones. Pero otros, como los pucahuara, seguramente se han reducido o han terminado de ser asimilados”.
La carencia de investigaciones actualizadas sobre la población indígena fue confirmada, tanto por el antropólogo del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), Milton Eizaguirre, como por el propio Viceministerio de Tierras. “Hay estudios antropológicos al respecto, sin embargo, no están plasmados en textos oficiales del país. Los medios de prensa incluso publicaron estos temas, pero sin criterios profundos”, se lee en el documento de la cartera gubernamental.
“Se han hecho estudios, pero la mayoría están dirigidos a un determinado pueblo o una zona del país. Un mapeo completo de las etnias de Bolivia, en todas sus regiones no se ha hecho recientemente”, asegura Eizaguirre.
El académico indica que los expertos no están totalmente de acuerdo con el número de identidades étnicas. “Xavier Albó identificó más de 70, mientras que otros consideran que son menos de 30. Mucho depende del concepto de qué es nación, pueblo o etnia indígena que se utilice para el estudio”, advierte.
Como ejemplo de esta discrepancia, Eizaguirre menciona el caso de los aymaras.
“La gente tiende a hablar de los aymaras como un todo, pero se olvidan que históricamente existieron 12 reinos aymaras que pelearon entre sí y desarrollaron su cultura de forma distinta. Pueden hablar la misma lengua, pero sus visiones, cultura y entendimientos son diferentes, aunque sea en pequeños grados”, indica.
Lo mismo ocurre con los quechuas, el pueblo indígena más numeroso del país.
El proyecto de CPE incluye una lengua casi muerta
PRESERVACIÓN • Dos antropólogos consideran que lo que se debe constitucionalizar son los pueblos indígenas, no el idioma que hablan.
Uno de los idiomas que será oficial, de aprobarse el proyecto de Constitución Política del Estado (CPE) el 25 de enero, es hablado, apenas, por seis personas y está en peligro de desaparecer.
“En la actualidad, el pucahuara es hablado por cuatro mujeres y dos varones que viven en Pando, por la zona de Alto Ivón. Todos ellos rondan los 50 años de edad y apenas utilizan esta lengua, ya que se han adaptado a la vida de los chacobos”, revela el antropólogo Milton Eizaguirre, jefe del departamento de Difusión Cultural del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef).
El investigador indica que el aislamiento en el cual vivió este grupo étnico —principalmente causado por la expansión territorial de terratenientes y colonizadores blancos, mestizos, quechuas y aymaras— fue reduciendo a su población.
Por otro lado, está la asimilación de los pucahuara por otras identidades étnicas, como es el caso de los chacobos.
“De los nueve supervivientes pucahuara que quedan, sólo dos no se casaron con chacobos y estos dos son medio hermanos que no han tenido hijos. Ellos (los supervivientes) ya hablan mayormente castellano y sus hijos el chacobo. Les da vergüenza usar su lengua materna, por lo que está a punto de desaparecer”, agrega el investigador del Musef.
El pucahuara no es la única lengua a punto de desaparecer y que se encuentra en la propuesta de Carta Magna de MAS. Otro de los idiomas casi perdidos es el leco. Tanto Eizaguirre como el antropólogo y docente Wigberto Rivero coinciden al indicar que los miembros del grupo étnico leco se comunican utilizando el quechua y el castellano.
La oficina de Comunicación de la Unidad de Tierras Comunitarias de Origen del Viceministerio de Tierras afirma que, al constitucionalizar estas lenguas, el Estado pretende coadyuvar a la revitalización de los idiomas.
Rivero recuerda que el Instituto Lingüístico de Verano trabajó entre 1975 a 1982 en la elaboración de alfabetos para varios idiomas y dialectos amazónicos. “Están basados en el alfabeto castellano, pero sirven para mantener registros de estas lenguas que están desapareciendo”, precisa.
En todo caso, Eizaguirre y Rivero coinciden en que las lenguas quedan, pero son los grupos los que desaparecen. “La preservación de un idioma responde más al interés académico, ya que la población que lo usaba ahora habla otro dialecto o murió. Más importante es constitucionalizar las etnias”, considera Eizaguirre.
Artículo 1 • Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país.
Artículo 2 • Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, conforme esta Constitución.
Artículo 3 • La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos, las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano.
Qué dice el proyecto de CPE del MAS
Artículo 5 • 1) Son idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, que son aymara, araona, baure, bésiro, cachicana, cavineño, cayubaba, chacobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasu’we, guarayu, itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario, mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, quechua, sirionó, tacana, tapiete, toromona, uru-chipaya, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y zamuco.
2) El Gobierno plurinacional y los gobiernos departamentales deben utilizar al menos dos idiomas. Uno debe ser el castellano y el otro se decidirá tomando en cuenta el uso, la conveniencia, las circunstancias, las necesidades y preferencias de la población en su totalidad o del territorio en cuestión. Los demás gobiernos autónomos deben utilizar los idiomas propios de su territorio, y uno de ellos debe ser el castellano.
Uno de los idiomas que será oficial, de aprobarse el proyecto de Constitución Política del Estado (CPE) el 25 de enero, es hablado, apenas, por seis personas y está en peligro de desaparecer.
“En la actualidad, el pucahuara es hablado por cuatro mujeres y dos varones que viven en Pando, por la zona de Alto Ivón. Todos ellos rondan los 50 años de edad y apenas utilizan esta lengua, ya que se han adaptado a la vida de los chacobos”, revela el antropólogo Milton Eizaguirre, jefe del departamento de Difusión Cultural del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef).
El investigador indica que el aislamiento en el cual vivió este grupo étnico —principalmente causado por la expansión territorial de terratenientes y colonizadores blancos, mestizos, quechuas y aymaras— fue reduciendo a su población.
Por otro lado, está la asimilación de los pucahuara por otras identidades étnicas, como es el caso de los chacobos.
“De los nueve supervivientes pucahuara que quedan, sólo dos no se casaron con chacobos y estos dos son medio hermanos que no han tenido hijos. Ellos (los supervivientes) ya hablan mayormente castellano y sus hijos el chacobo. Les da vergüenza usar su lengua materna, por lo que está a punto de desaparecer”, agrega el investigador del Musef.
El pucahuara no es la única lengua a punto de desaparecer y que se encuentra en la propuesta de Carta Magna de MAS. Otro de los idiomas casi perdidos es el leco. Tanto Eizaguirre como el antropólogo y docente Wigberto Rivero coinciden al indicar que los miembros del grupo étnico leco se comunican utilizando el quechua y el castellano.
La oficina de Comunicación de la Unidad de Tierras Comunitarias de Origen del Viceministerio de Tierras afirma que, al constitucionalizar estas lenguas, el Estado pretende coadyuvar a la revitalización de los idiomas.
Rivero recuerda que el Instituto Lingüístico de Verano trabajó entre 1975 a 1982 en la elaboración de alfabetos para varios idiomas y dialectos amazónicos. “Están basados en el alfabeto castellano, pero sirven para mantener registros de estas lenguas que están desapareciendo”, precisa.
En todo caso, Eizaguirre y Rivero coinciden en que las lenguas quedan, pero son los grupos los que desaparecen. “La preservación de un idioma responde más al interés académico, ya que la población que lo usaba ahora habla otro dialecto o murió. Más importante es constitucionalizar las etnias”, considera Eizaguirre.
Artículo 1 • Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país.
Artículo 2 • Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, conforme esta Constitución.
Artículo 3 • La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos, las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano.
Qué dice el proyecto de CPE del MAS
Artículo 5 • 1) Son idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, que son aymara, araona, baure, bésiro, cachicana, cavineño, cayubaba, chacobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasu’we, guarayu, itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario, mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, quechua, sirionó, tacana, tapiete, toromona, uru-chipaya, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y zamuco.
2) El Gobierno plurinacional y los gobiernos departamentales deben utilizar al menos dos idiomas. Uno debe ser el castellano y el otro se decidirá tomando en cuenta el uso, la conveniencia, las circunstancias, las necesidades y preferencias de la población en su totalidad o del territorio en cuestión. Los demás gobiernos autónomos deben utilizar los idiomas propios de su territorio, y uno de ellos debe ser el castellano.
El MAS planea crear 36 nuevas circunscripciones
Un proyecto del MAS propone la idea de crear 36 circunscripciones indígenas para las elecciones de diciembre del 2009, a fin de asegurar la presencia de un representante por cada nación originaria en la futura Asamblea Legislativa Plurinacional.
“Si queremos hacer una cámara legislativa plurinacional deberíamos considerar a las 36 nacionalidades como circunscripciones especiales”, explica el diputado masista Jorge Silva.
El congresista añade que también se buscará que la mayor representación parlamentaria restante sea de los sectores sociales, es decir, la base del proyecto liderado por Morales.
No obstante, Podemos, a través del senador y presidente de la Comisión Mixta de Constitución del Congreso, Luis Vázquez, descartó que el oficialismo pueda avanzar en esta iniciativa porque, en las reformas al texto constitucional aprobado en Oruro, se bloqueó esta posibilidad.
Según el proyecto de CPE que irá a referéndum el 25 de enero, se elegirán 130 diputados, entre ellos a un número aún no fijado de representantes por la circunscripción especial indígena originario campesina. Este tema debe ser debatido en la nueva ley electoral que regirá los comicios del 6 de diciembre del 2009.
Los legisladores indígenas se elegirían por usos y costumbres en pueblos con escasa población y por el voto en aquellas con una amplia densidad poblacional.
“Si queremos hacer una cámara legislativa plurinacional deberíamos considerar a las 36 nacionalidades como circunscripciones especiales”, explica el diputado masista Jorge Silva.
El congresista añade que también se buscará que la mayor representación parlamentaria restante sea de los sectores sociales, es decir, la base del proyecto liderado por Morales.
No obstante, Podemos, a través del senador y presidente de la Comisión Mixta de Constitución del Congreso, Luis Vázquez, descartó que el oficialismo pueda avanzar en esta iniciativa porque, en las reformas al texto constitucional aprobado en Oruro, se bloqueó esta posibilidad.
Según el proyecto de CPE que irá a referéndum el 25 de enero, se elegirán 130 diputados, entre ellos a un número aún no fijado de representantes por la circunscripción especial indígena originario campesina. Este tema debe ser debatido en la nueva ley electoral que regirá los comicios del 6 de diciembre del 2009.
Los legisladores indígenas se elegirían por usos y costumbres en pueblos con escasa población y por el voto en aquellas con una amplia densidad poblacional.
El concepto de nación indígena no es adecuado
Para los antropólogos Milton Eizaguirre y Wigberto Rivero, el término de naciones indígenas no es el correcto, ya que implica componentes políticos, sociales e históricos que muchos grupos étnicos del país no poseen.
Al contrario, el Viceministerio de Tierras indica que la aplicación del término nación depende de si el grupo en cuestión “se autodefine como tal”, sin importar cuántos miembros tenga.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, nación es el “conjunto de los habitantes de un país regido por un mismo gobierno” y “conjuntos de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición en común”. Con este concepto concuerda Rivero, que considera que el concepto de nación está vinculado al territorio e identidad y que no hay un límite de población necesaria para que un grupo se considere una nación.
“Si los araona, que son 120 personas, tienen un territorio de unas mil hectáreas, su historia y su cultura, pueden ser considerados nación, pero desde el punto de vista político”, agregó
Sin embargo, el antropólogo precisa que “lo correcto sería, en términos antropológicos, etnia y en términos sociológicos, pueblos indígenas”. También indica que el término nación está más asociado a la relaciones con el Estado, que con la estructura del grupo del que se habla.
Eizaguirre considera que el término más correcto, y que debería haberse introducido en el proyecto de Constitución, es el de grupo étnico, ya que, como en el caso de los aymaras, una nación tiene varios componentes históricos, culturales y sociales y la lengua no es algo definitorio; “como lo que sucede con los que hablan castellano”, dice. Eizaguirre citó a los aymaras de ejemplo, al explicar que si bien hablan la misma lengua, vienen de 12 reinos con diferentes tradiciones, lógicas y visiones.
DEFINICIóN JURÍDICA
Nación • El diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Ossorio dice que la definición de nación varía según el autor. Una de ellas sostiene que es “el conjunto de hombres que, participando por el nacimiento y la educación del mismo carácter, teniendo un conjunto de ideas y sentimientos, practicando las mismas leyes, mantienen la voluntad de seguir juntos en su territorio”.
Al contrario, el Viceministerio de Tierras indica que la aplicación del término nación depende de si el grupo en cuestión “se autodefine como tal”, sin importar cuántos miembros tenga.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, nación es el “conjunto de los habitantes de un país regido por un mismo gobierno” y “conjuntos de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición en común”. Con este concepto concuerda Rivero, que considera que el concepto de nación está vinculado al territorio e identidad y que no hay un límite de población necesaria para que un grupo se considere una nación.
“Si los araona, que son 120 personas, tienen un territorio de unas mil hectáreas, su historia y su cultura, pueden ser considerados nación, pero desde el punto de vista político”, agregó
Sin embargo, el antropólogo precisa que “lo correcto sería, en términos antropológicos, etnia y en términos sociológicos, pueblos indígenas”. También indica que el término nación está más asociado a la relaciones con el Estado, que con la estructura del grupo del que se habla.
Eizaguirre considera que el término más correcto, y que debería haberse introducido en el proyecto de Constitución, es el de grupo étnico, ya que, como en el caso de los aymaras, una nación tiene varios componentes históricos, culturales y sociales y la lengua no es algo definitorio; “como lo que sucede con los que hablan castellano”, dice. Eizaguirre citó a los aymaras de ejemplo, al explicar que si bien hablan la misma lengua, vienen de 12 reinos con diferentes tradiciones, lógicas y visiones.
DEFINICIóN JURÍDICA
Nación • El diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Ossorio dice que la definición de nación varía según el autor. Una de ellas sostiene que es “el conjunto de hombres que, participando por el nacimiento y la educación del mismo carácter, teniendo un conjunto de ideas y sentimientos, practicando las mismas leyes, mantienen la voluntad de seguir juntos en su territorio”.
Dos etnias amazónicas podrían estar fuera de Bolivia
ESTUDIO • Dos de los pueblos indígenas descubiertos en 1990 son migrantes y vivían en la frontera amazónica del Perú.
El antropólogo Wigberto Rivero, autor del trabajo en el que se habría basado la Asamblea Constituyente para incluir a 36 pueblos indígenas en el proyecto constitucional, asegura que tiene dudas de que en Bolivia aún exista esa cantidad de etnias, debido a que, al menos dos, son grupos migrantes que, en los años 90, estaban en la frontera con el Perú.
“Tengo dudas de que se mantenga el número que encontramos en 1990. Sobre todo porque dos de ellos, los nahua y los toromona, son grupos migrantes que, cuando hice el estudio, estaban ubicados cerca de la frontera con el Perú”, explica Rivero.
Según los datos proporcionados por el investigador, los nahua viven en la frontera con el parque peruano El Manu, mientras que, más al sur, los toromona rondan la rivera del río Colorado. “Cómo no tienen asentamientos fijos, cruzan frecuentemente la frontera. Nadie ha realizado otro estudio, hasta ahora, para comprobar si ellos todavía viven dentro de los límites de Bolivia”, agrega el antropólogo.
Rivero realizó en 1990, antes del desarrollo de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, un trabajo de investigación en el que determinó la existencia de 36 identidades étnicas en el país.
El experto afirma que ése es el trabajo en el que se basaron los asambleístas para la elaboración de la propuesta de Constitución Política del Estado (CPE).
Sin embargo, Rivero advierte que este número puede haberse reducido en los 19 años que pasaron desde la publicación del estudio. “El número de identidades étnicas siempre tiende a reducirse. La mayoría de las veces los pueblos son absorbidos por otros, ya sean quechuas, aymaras o de habla castellana. También migran o, a causa de su aislamiento, van despareciendo. No hay que olvidar que los grupos pequeños son altamente vulnerables”. Agrega que sólo se han realizado trabajos limitados sobre la situación de las etnias.
Wigberto Rivero
Perfil • Antropólogo beniano. Es un investigador especializado en temas indígenas amazónicos. Fue director del Instituto Indigenista Boliviano que en 1990 realizó un estudio sobre los grupos indígenas de Bolivia. Fue ministro de Asuntos Campesinos en el gobierno de Hugo Banzer.
El antropólogo Wigberto Rivero, autor del trabajo en el que se habría basado la Asamblea Constituyente para incluir a 36 pueblos indígenas en el proyecto constitucional, asegura que tiene dudas de que en Bolivia aún exista esa cantidad de etnias, debido a que, al menos dos, son grupos migrantes que, en los años 90, estaban en la frontera con el Perú.
“Tengo dudas de que se mantenga el número que encontramos en 1990. Sobre todo porque dos de ellos, los nahua y los toromona, son grupos migrantes que, cuando hice el estudio, estaban ubicados cerca de la frontera con el Perú”, explica Rivero.
Según los datos proporcionados por el investigador, los nahua viven en la frontera con el parque peruano El Manu, mientras que, más al sur, los toromona rondan la rivera del río Colorado. “Cómo no tienen asentamientos fijos, cruzan frecuentemente la frontera. Nadie ha realizado otro estudio, hasta ahora, para comprobar si ellos todavía viven dentro de los límites de Bolivia”, agrega el antropólogo.
Rivero realizó en 1990, antes del desarrollo de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, un trabajo de investigación en el que determinó la existencia de 36 identidades étnicas en el país.
El experto afirma que ése es el trabajo en el que se basaron los asambleístas para la elaboración de la propuesta de Constitución Política del Estado (CPE).
Sin embargo, Rivero advierte que este número puede haberse reducido en los 19 años que pasaron desde la publicación del estudio. “El número de identidades étnicas siempre tiende a reducirse. La mayoría de las veces los pueblos son absorbidos por otros, ya sean quechuas, aymaras o de habla castellana. También migran o, a causa de su aislamiento, van despareciendo. No hay que olvidar que los grupos pequeños son altamente vulnerables”. Agrega que sólo se han realizado trabajos limitados sobre la situación de las etnias.
Wigberto Rivero
Perfil • Antropólogo beniano. Es un investigador especializado en temas indígenas amazónicos. Fue director del Instituto Indigenista Boliviano que en 1990 realizó un estudio sobre los grupos indígenas de Bolivia. Fue ministro de Asuntos Campesinos en el gobierno de Hugo Banzer.
El concepto de nación indígena no es adecuado
Para los antropólogos Milton Eizaguirre y Wigberto Rivero, el término de naciones indígenas no es el correcto, ya que implica componentes políticos, sociales e históricos que muchos grupos étnicos del país no poseen.
Al contrario, el Viceministerio de Tierras indica que la aplicación del término nación depende de si el grupo en cuestión “se autodefine como tal”, sin importar cuántos miembros tenga.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, nación es el “conjunto de los habitantes de un país regido por un mismo gobierno” y “conjuntos de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición en común”. Con este concepto concuerda Rivero, que considera que el concepto de nación está vinculado al territorio e identidad y que no hay un límite de población necesaria para que un grupo se considere una nación.
“Si los araona, que son 120 personas, tienen un territorio de unas mil hectáreas, su historia y su cultura, pueden ser considerados nación, pero desde el punto de vista político”, agregó
Sin embargo, el antropólogo precisa que “lo correcto sería, en términos antropológicos, etnia y en términos sociológicos, pueblos indígenas”. También indica que el término nación está más asociado a la relaciones con el Estado, que con la estructura del grupo del que se habla.
Eizaguirre considera que el término más correcto, y que debería haberse introducido en el proyecto de Constitución, es el de grupo étnico, ya que, como en el caso de los aymaras, una nación tiene varios componentes históricos, culturales y sociales y la lengua no es algo definitorio; “como lo que sucede con los que hablan castellano”, dice. Eizaguirre citó a los aymaras de ejemplo, al explicar que si bien hablan la misma lengua, vienen de 12 reinos con diferentes tradiciones, lógicas y visiones.
DEFINICIóN JURÍDICA
Nación • El diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Ossorio dice que la definición de nación varía según el autor. Una de ellas sostiene que es “el conjunto de hombres que, participando por el nacimiento y la educación del mismo carácter, teniendo un conjunto de ideas y sentimientos, practicando las mismas leyes, mantienen la voluntad de seguir juntos en su territorio”.
Al contrario, el Viceministerio de Tierras indica que la aplicación del término nación depende de si el grupo en cuestión “se autodefine como tal”, sin importar cuántos miembros tenga.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, nación es el “conjunto de los habitantes de un país regido por un mismo gobierno” y “conjuntos de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición en común”. Con este concepto concuerda Rivero, que considera que el concepto de nación está vinculado al territorio e identidad y que no hay un límite de población necesaria para que un grupo se considere una nación.
“Si los araona, que son 120 personas, tienen un territorio de unas mil hectáreas, su historia y su cultura, pueden ser considerados nación, pero desde el punto de vista político”, agregó
Sin embargo, el antropólogo precisa que “lo correcto sería, en términos antropológicos, etnia y en términos sociológicos, pueblos indígenas”. También indica que el término nación está más asociado a la relaciones con el Estado, que con la estructura del grupo del que se habla.
Eizaguirre considera que el término más correcto, y que debería haberse introducido en el proyecto de Constitución, es el de grupo étnico, ya que, como en el caso de los aymaras, una nación tiene varios componentes históricos, culturales y sociales y la lengua no es algo definitorio; “como lo que sucede con los que hablan castellano”, dice. Eizaguirre citó a los aymaras de ejemplo, al explicar que si bien hablan la misma lengua, vienen de 12 reinos con diferentes tradiciones, lógicas y visiones.
DEFINICIóN JURÍDICA
Nación • El diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Ossorio dice que la definición de nación varía según el autor. Una de ellas sostiene que es “el conjunto de hombres que, participando por el nacimiento y la educación del mismo carácter, teniendo un conjunto de ideas y sentimientos, practicando las mismas leyes, mantienen la voluntad de seguir juntos en su territorio”.
domingo, 4 de enero de 2009
Urus del Perú y Bolivia se unen

• Ritual del lado peruano del lago con el ingreso de Manco Kápac y Mama Okllo.
Un niño uru uruito va a aprender a nadar. Pese a que vive alejado de las grandes masas de agua, este pequeño ha aprendido que sus hermanos, habitantes del lago Titicaca, son grandes tejedores de totora, pescadores innatos y tienen la costumbre de bucear como cosa de todos los días. El pequeño está listo para su primera lección en territorio peruano, donde una veintena de islas flotantes ha recibido a los bolivianos para compartir sus saberes.
4.500 años no bastaron para sepultar a la cultura de los Urus. A pesar de estar separados por grandes extensiones de territorio, los cuatro asentamientos de esta milenaria nación han decidido apostar por la unidad.
Para esto se ha celebrado la tercera versión del Encuentro Binacional de los Urus de Bolivia y Perú. El objetivo, consolidar un proyecto educativo entre los dos países que fortalezca a esta milenaria nación a partir de la interacción entre adultos y niños. Solos son débiles, pero juntos, pueden lograr grandes cambios.
En el territorio peruano, los habitantes de las islas flotantes del lago Titicaca (los urus chulluni) recibieron a los tres asentamientos bolivianos —chipayas, uruitos y muratos— que viven en los departamentos de La Paz y Oruro.
En estas islas, a 3.810 metros sobre el nivel del mar, se realizó un ritual de integración que partió en una marcha desde de la bahía de Puno. Allí, las voces de los niños se entremezclaron, así como sus vestimentas tradicionales y sus saberes ancestrales. Los adultos, mientras tanto, discutieron sobre las posibilidades legales, políticas y culturales de un proyecto educativo común.
Una cultura que no muere
Son los "hijos del amanecer", la raza primigenia de América. De piel más oscura que la de los aymara, los Urus se remontan a tiempos anteriores al del imperio inca. Y ahora, en una marcha ceremonial que acompaña con música a las figuras alegóricas de Manco Kápac y Mama Okllo, muestran su riqueza cultural.
Ximena Cáceres Ortiz, coordinadora de los encuentros Urus Perú-Bolivia, es representante de la Fundación Machaca Amawt’a, entidad que busca apoyar el fortalecimiento de esta nación. “La cultura Urus se encuentra ubicada territorialmente en dos estados de Latinoamérica y en dos departamentos del lado boliviano. Erróneamente se considera que son sólo peruanos o son sólo bolivianos. En el lado boliviano se cree equivocadamente que sólo son chipayas, olvidando a los otros dos asentamientos”.
Estos encuentros han surgido a raíz de la inquietud del asentamiento uru uruito, ubicado en la provincia Ingavi del departamento de La Paz. “Ellos querían trabajar con los Urus, pero no le hallaban sentido a fortalecerse sólo dentro de su comunidad, anulando al resto de sus hermanos”, explica Cáceres.
Los cerca de 200 uruitos, que viven en un territorio muy reducido, vieron necesario que para que su cultura se reproduzca necesitaban unidad. Por ello, el 2005, se planteó la idea de un proyecto educativo binacional. “Es importante que los niños puedan integrarse entre ellos, no tiene sentido que sólo los dirigentes se encuentren si los niños son parte importante de estos procesos”.
La principal preocupación de las autoridades de estos pueblos es que se están perdiendo muchas de sus prácticas. “Por ejemplo, los iruitos, al estar en una zona netamente aymara, no pueden participar en la natación o la regata con balsas de totora, que son conocimientos propios de los urus. Estos encuentros permiten recuperar esos saberes”.
Emprendimiento inédito
El proceso va en serio. Mediante la Cancillería se trabaja en esta experiencia piloto. “Si bien en el continente hay muchos pueblos indígenas en diferentes estados, hasta ahora no se conoce de un proceso para crear un proyecto educativo binacional que, partiendo de lo educativo, tiene el objetivo final de fortalecer una nación”, expone Cáceres.
Y como la idea es compartir saberes en este tercer encuentro, las autoridades nacionales también se han involucrado de mejor forma. Participaron representantes de ambos estados para concretar este proyecto, teniendo en cuenta que los cuatro asentamientos son muy diferentes. Por ello se aprovechan las particularidades de cada uno para tener una visión de nación.
Los iruitos, por ejemplo, tienen un territorio tan reducido que no pueden vivir ni de la agricultura ni del ganado. Antes vivían de la pesca, pero como el río está seco, se han visto obligados a migrar a las ciudades y al extranjero. En la comunidad ahora hay 14 niños en la escuela, la mayoría mujeres. los niños de edades más avanzadas están en escuelas aymaras.
Por su lado, los chipayas, viven en un territorio propio, aunque inhóspito. Como está lleno de sal, los chipayas viven de la crianza de animales, aunque hay muchos que se van a trabajar a Chile.
Mientras, los muratos, que viven en torno al Poopó, tienen como principal actividad la pesca. Pero como el lago se está volviendo salar y ya no está lloviendo, los hombres se van por épocas a trabajar a Oruro, dejando en la comunidad a niños y mujeres que se dedican a pastear ganados ajenos en la región de Huari, pues como el 80 por ciento de sus tierras son salinas, se ha hecho imposible el trabajar la tierra.
Ya en aguas peruanas y con mejores condiciones gracias a la cercanía del lago Titicaca, los chulluni basan su economía en el turismo, la artesanía y la pesca.
Se trata de cuatro realidades muy distintas en que la inminencia de la extinción ha hecho que se estrechen lazos fraternos. Da que pensar que sólo los chipayas conserven su lengua ancestral. Por ello, los niños son ahora la esperanza de un futuro mejor.
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