
• TRAJE • Un bailarín de Chayanta, en Potosí.
El antropólogo Freddy Arancibia Andrade, quien estudió los orígenes de la diablada, asegura que esta danza surgió en el siglo XVI en la región minera de Aullagas, ubicada en el norte del departamento de Potosí. “Allí nació su espacio ritual, mientras que su espacio de baile se encuentra en Oruro”, explicó el investigador.
Andrade dice que ese espacio ritual se originó en el encuentro de los personajes bíblicos con los guerreros del tinku. “La diablada recupera los pasos de rebelión y de combate propios del tinku. Es la resistencia del indígena arrancado del agro e introducido a la mita minera, donde se mezcla su visión religiosa indígena con la bíblica. Acepta al demonio y al arcángel Miguel y los representa en su rito ancestral”. El investigador explica que este hecho se dio a partir de la llegada de los españoles a esa región, en 1538.
Otro dato que recoge el investigador es que en 1780 los ejércitos de Tomás Katari se vistieron de demonios para atacar los pueblos de Macha, Pocoata, Colquechaca, Aullagas y San Pedro de Buena Vista. “Fue a raíz de este evento que se patentiza con mayor fuerza el sincretismo y aparece el tinku-diablo”, señala.
Andrade narra que una vez terminada la era de la plata, los mineros se fueron a Uncía a trabajar en la empresa minera de estaño del empresario Simón I. Patiño. “Aquí se potencian los tinku-diablos, que eran los indígenas-mineros disfrazados de diablos y arcángeles”. Durante la Guerra Federal, los mineros migraron hasta Oruro. “Allí no se les permitió demostrar su baile, porque tenían características poco apropiadas para la ciudad”. Esto cambió en 1904, cuando se les permitió bailar ante la Virgen del Socavón. “Esto supuso dejar atrás su cultura norte potosina y desde ese momento aparece la diablada como baile”, asegura.
Otro dato que recoge el investigador es que en 1780 los ejércitos de Tomás Katari se vistieron de demonios para atacar los pueblos de Macha, Pocoata, Colquechaca, Aullagas y San Pedro de Buena Vista. “Fue a raíz de este evento que se patentiza con mayor fuerza el sincretismo y aparece el tinku-diablo”, señala.
Andrade narra que una vez terminada la era de la plata, los mineros se fueron a Uncía a trabajar en la empresa minera de estaño del empresario Simón I. Patiño. “Aquí se potencian los tinku-diablos, que eran los indígenas-mineros disfrazados de diablos y arcángeles”. Durante la Guerra Federal, los mineros migraron hasta Oruro. “Allí no se les permitió demostrar su baile, porque tenían características poco apropiadas para la ciudad”. Esto cambió en 1904, cuando se les permitió bailar ante la Virgen del Socavón. “Esto supuso dejar atrás su cultura norte potosina y desde ese momento aparece la diablada como baile”, asegura.