jueves, 20 de agosto de 2009

Las manifestaciones racistas se exacerbaron en los últimos años

Cuatro instituciones consideran que las acciones políticas de la oposición al régimen actual han acentuado o develado el racismo cotidiano que existe en el país

El Observatorio del Racismo de la Universidad de la Cordillera, la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, el Defensor del Pueblo y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) consideran que en los tres recientes años y seis meses se han multiplicado las expresiones de racismo en el país.

Esta exacerbación coincide con la gestión gubernamental del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, pero esas instituciones indican que los responsables de ese hecho no son las autoridades, sino grupos políticos y civiles opositores.

“No es un tema que se deba sólo a lo racial o al origen étnico, sino a un proceso que se entremezcla con el contexto político”, sostiene Rielma Macías, defensora del Pueblo.

El investigador del Observatorio del Racismo Martín Torrico explica que la “racialización de la política” no se determina por el rechazo a la raigambre, sino que se ahonda por los cambios sociales, como la construcción de una nueva Constitución, la disputa por la ciudad donde se ubicará la capitalidad, el proceso autonómico en la “media luna” y los referendos.

Para otro investigador del Observatorio, Eduardo Paz, el acto racista más significativo de los recientes tres años fue el enfrentamiento producido en Cochabamba el 11 de enero de 2007, cuando se chocaron la población campesina y la citadina, con un saldo de tres muertos.

El presidente de la APDHB, Rolando Villena, apunta a la Asamblea Constituyente, nacida en 2006, como la raíz que desembocó en el acto racista más criticado: el 24 de mayo de 2008, cuando un grupo de campesinos fue maltratado física, verbal y psicológicamente en Sucre por personas que enarbolaban la capitalidad, discusión que polarizaba al país.

“Es vergonzoso, vivimos momentos dramáticos en que sectores de la oposición alentaron manifestaciones exacerbadas de hacer política, ridiculizando e inferiorizando, directa o indirectamente, a los campesinos”.

La investigación denominada Observando el racismo y el regionalismo en el proceso autonómico identifica a Santa Cruz como un espacio donde la defensa de los estatutos por la autonomía generó el rechazo hacia al colla o al altiplánico.

Los motivos y las voces

“Colla es sinónimo de sucio, bruto e ignorante, lo que se acentúa en las dificultades al pronunciar el castellano, por la construcción de su lengua materna, el aymara”, señala Macías, quien explica que esa carga peyorativa se masificó en la capital oriental en 2006 con el cabildo que demandaba autonomía.

Es a partir del referéndum por los estatutos autonómicos que la violencia contra aquellos con razgos andinos derivó en amedrentamientos y golpizas.

El investigador Torrico explica que los sectores empresariales de Santa Cruz, al perder protagonismo en el Gobierno con la asunción de Evo Morales, fortalecieron sus gobiernos locales y generaron un discurso engañoso de mestizaje cruceño.

La publicación Observando el racismo y el regionalismo en el proceso autonómico identifica discriminaciones que con los meses se multiplicaron. La Defensora del Pueblo describe: “La verbalización se volvió la forma más común de minimizar al otro”.

Así cuenta que varios graffiti en paredes o anuncios casi imperceptibles atacaban al indígena altiplánico y se popularizó la carga peyorativa: “Hoy, colla es una ofensa en ese lugar”.

El Observatorio plantea en sus informes que no hay mestizaje sino que existe la apertura a las diferencias. No es un asunto de bipolaridad —indio y blanco, o camba y colla—, ya que hay mecanismos de ascenso social que “blanquean” a un indígena, como la educación o el dinero.

En el bagaje cotidiano existe una discriminación escalonada: quien se cree menos indio por vivir en la ciudad excluye al indígena, pero es maltratado por otro que se cree blanco o es más adinerado. El 11 de enero de 2007, en Cochabamba, la gente se enfrentó con machetes, hondas y armas. “Fue la sociedad civil contra la sociedad civil”, comenta Torrico. Ese departamento era el ejemplo del mestizaje en convivencia positiva, ya que conjuga características de oriente como de occidente.

Pero la particularidad excluyente de esa batalla mostró el claro distanciamiento del sujeto urbano con el individuo cocalero.

En Sucre, a un día del festejo libertario de la capital en 2008, se dio un hecho que pasó a la historia. La Defensora indica que la Constituyente pone a luz pública que ciudadanos sin estudios o campesinos iban a decidir los temas nacionales, y ya no sólo intelectuales o juristas.

La política fue el detonante de un sentimiento cotidiano. “La primera muestra ocurrió cuando hubo dueños de alojamientos sucrenses que negaron albergue a constituyentes indígenas y de pollera, que tuvieron que alquilar casas lejos de la Asamblea”. Torrico cuenta que el primer encuentro dentro de la Constituyente sorprendió por la horizontalidad. “Por ejemplo, la empleadora dudaba al tener que relacionarse de igual a igual con la empleada. En algunos casos, las primeras creían que podían hacer callar a quienes tenían o eran de ascendencia originaria con el argumento de que no tenían escolaridad o formación académica”.

El estupor de la ciudadanía al ver a los nuevos actores asambleístas se sumó a la controversia que la región tenía con el altiplano por la capitalidad, detonante de la vergüenza contra los originarios en Sucre. Lo político se canalizó con lo racial.

El reto es lo cotidiano

Pero además de esos eventos que están cruzados por determinaciones políticas, el racismo se ve en el diario vivir. “Donde posemos los ojos hay discriminación”, sentencia la Defensora del Pueblo, para quien la lucha contra el rechazo racial comienza en el hogar.

Macías expone que darle un sentido peyorativo a términos que, por sí mismos, no son negativos ni positivos es una acción cotidiana; por ejemplo, decir chola o indio o viejo aún son percibidos con un sentido ofensivo.

También hay actos de discriminación por el idioma, añade Paz, pues las instituciones no posibilitan papeles o documentos para personas que hablan otra lengua. “Incluso en la Constituyente sólo se hablaba castellano, sin traductor simultáneo”.

La clave para revertir —aunque no erradicar— el racismo, coinciden, es la aceptación de que el foco de exclusión también está en uno mismo.

Macías opina: “Es un trabajo de largo aliento, no es fácil extirparlo y sensibilizar a la gente, porque está en la educación, la familia, en el trato al entorno”.

El Observatorio apunta que hay que discernir cuándo se puede caer en discriminaciones inconscientes, por ejemplo, al respaldar un discurso que exalta la construcción de enemigos donde no hay, “como cuando un discurso plantea que alguien perturba nuestra armonía”.

Torrico concluye que para superar las expresiones de racismo cotidiano es importante que cada uno haga conciencia de estos actos y determine relacionarse con los otros en un nivel de horizontalidad, es decir ni de arriba a abajo, ni de abajo a arriba; no menospreciar, ni dejar que los maltraten.

La educación aminora el menosprecio racial

Que el mestizo es letrado y el indio es ignorante es lo que dice la estructura de la sociedad boliviana, “que es racista absolutamente”, concluye Eduardo Paz, investigador del Observatorio del Racismo. Explica que ese imaginario es la base de la dicotomía que ahonda las brechas entre la diversidad de bolivianos. La respuesta es la educación, coincide el presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, Rolando Villena. “Así, la formación responde a aspectos pluriculturales e intracultural, para que nos aceptemos y el individuo no reniegue de sus raíces”.

El también investigador del Observatorio Martín Torrico anota que el canon de educación se basa en el eje “saber poder”, pues “no tienes voz ni voto porque eres un ignorante”. Villena puntualiza que para superar ese problema es preciso un trabajo profundo de los profesores que se están formando para las nuevas generaciones, aunque admite que no se desarrolló una pedagogía que asuma cuán diferentes somos. “Todavía no hay plena aceptación del derecho a ser diferente, por origen o color de la piel”.

Paz ejemplifica que los libros escolares de historia dan prioridad a Europa, desvalorando las características nacionales. Torrico afirma que una respuesta es modificar la currícula, para mostrar y valorar diferencias, rezagando los cánones de “blanqueamiento”.

Un anteproyecto de ley contra el racismo busca incidir en la convivencia entre las diferencias. Pero el Observatorio advierte que una ley con el tipo penal del racismo no es suficiente. Para menguar la discriminación racial se precisa una política pública que plantee acciones que modifiquen la estructura mental, como se intenta con la malla curricular.

Torrico comenta que en terminales aéreas y de buses las señales están impresas en castellano y en la lengua materna de la región, ya sea aymara, o quechua, y opina: “Es un primer aporte pequeño para cambiar la discriminación. También se debe considerar trabajar en espacios laborales, donde también hay expresiones de racismo”.

Los Momentos clave

En 2006 nace la Asamblea Constituyente, que congrega a sectores sociales rezagados.

En diciembre de ese año Santa Cruz organiza su gran cabildo por la autonomía.

El 25 de enero de 2009 se aprueba la nueva Constitución, que reconoce a los indígenas.

En diciembre de 2009, Evo Morales opta por una segunda gestión presidencial.


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